El Adviento, dos realidades en una
Hoy comienza el Adviento. Tiempo en que dedicamos a prepararnos para celebrar la Navidad. Pero el Adviento tiene dos realidades. Dos realidades que nos hablan de la muerte y de la vida.
El Adviento y nuestra muerte
Al comienzo del Adviento, las lecturas de la Misa girarán sobre un mensaje único y específico. Jesús viene, y viene pronto. Hay que velar…, estar despiertos… Jesús puede llegar en cualquier momento y tenemos que estar preparados. ¿Pero, preparados para qué? Pues, para nuestra muerte. La muerte puede llegar en cualquier momento, sin nosotros darnos cuentas. Solo Dios sabe el día y la hora de nuestra muerte.
Nuestro caminar es vivir preparados para ese momento. Puede ser hoy, mañana o simplemente luego de una larga vida. No lo sabemos, pero debemos prepararnos.
En nuestro mundo actual, en la cultura de hoy, se le tiene miedo a la muerte. Le tenemos pavor. Pero, es el momento del encuentro con Cristo Jesús. Es encontrarnos con Jesús que nos dice que ya tiene preparado nuestro lugar en el cielo, en la felicidad eterna.
El Adviento y nuestra vida
Alrededor del 17 de diciembre, las lecturas de la Santa Misa cambian a un tono de alegría y de esperanza. Se leen mensajes de esperanza que nos recuerdan la primera Navidad en Belén. Nos presentan a la Virgen en espera del Nacimiento de Jesús.
Aunque los Evangelios relaten los acontecimientos que pasaron hace más de 2,000 años, todos ellos nos hablan de una simple cosa: Dios se mete en nuestra historia, en la historia humana. Jesús, que es la Vida misma, se mete en nuestra historia, en nuestras vidas.
Si al principio del Adviento se nos habla de estar preparados para el día de nuestra muerte, la mejor forma para estarlo es meter a Jesús en nuestras vidas. Debemos abrirle el corazón y hacer que se meta dentro. Podrá venir el fin del mundo y no tendremos miedo… porque llevamos a Jesús dentro de nuestro corazón.
Así el Adviento contiene dos realidades en una; prepararnos para la muerte poniendo a Jesús en nuestra vida.