¿Lees los Evangelios?
Para llegar a ser santos debemos imitar a Jesucristo Nuestro Señor. Nuestra relación con Él debe ser una relación personal, una relación de amor. Dice el refrán que nadie ama lo que no conoce. Así que para amar a Jesús debemos conocerle.
A veces sucede que cuando conocemos a una persona, lo primero que queremos hacer es conocer lo más que podamos de ella. Si nos dejara, podríamos interrogarla como en las antiguas series detectivescas. Hoy en día, quizás, lo más que podemos hacer es buscar por el internet ¿quién es esa persona?
Para conocer a Jesús, tenemos los cuatro Evangelios. Los Evangelios nos describen momentos importantes en la vida de Jesús. Estos cuatro libros nos presentan como fue la vida de Jesús, desde su infancia, pasando por su Pasión, Muerte y Resurrección. Qué bello es imaginárnos cómo era Jesús de niño, cómo multiplicaba los panes y los peces. Otras veces quisiéramos ser Pedro, viendo su gloriosa transfiguración en el monte Tabor.
Dice San Josemaría Escrivá que “no basta con tener una idea general del espíritu de Jesús, sino que hay que aprender de Él detalles y actitudes” (Es Cristo que pasa #107). Cuando leemos algún pasaje del Evangelio es importante darnos cuenta ¿qué hacía Jesús?, ¿por qué lo hacía?, y sobre todo, ¿qué me quiere decir?
Meternos en los Evangelios es meternos con Cristo, con su vida. Y entonces lo conoceremos, y lo amaremos. Y aprenderemos de Él. Y lo que aprendamos, será parte de nuestra oración.
Ahora te reto a tí, lector: ¿Lees los evangelios?