María, Madre de Dios… ¿Qué es?
Negar que María es Madre de Dios es negar uno de los fundamentos más importantes de nuestra redención. Negar que María es Madre de Dios, es negar al mismo Jesucristo.
La Segunda Persona de la Trinidad se hizo hombre para poder redimirnos. Él, al encarnarse y nacer de María, siendo Dios, se hizo hombre. Jesús, siendo verdadero Dios se hizo verdadero hombre, ya que de la única forma en que el ser humano podía pagar la deuda de su pecado, era que un hombre pagara esa deuda.
Pero, esa deuda no sólo se pagó porque Jesús se haya hecho hombre y haya muerto en la cruz. Sino que fue pagada con creces, es decir; que quien murió pagó la deuda y lo hizo de una manera magnífica, pues, nos dió la vida eterna y la posibilidad de vivir dentro de la vida divina. Y fue magnífica, pues quien murió era también Dios.
Un buen ejemplo sería la persona que debe cinco dólares a alguien. Otra persona asume esa deuda, pero como es millonario, no sólo paga los cinco dólares, sino que le paga al que se le debe, cinco millones más.
En otras palabras, cuando Jesús se hizo hombre, no tomó el cuerpo que le proporcionó la Santísima Virgen María, como si fuera un traje puesto sobre su Divinidad. Jesús, se hizo verdaderamente hombre. Él siendo verdadero Dios, se hizo verdadero hombre, sin menoscabo de su Naturaleza Divina y sin menoscabo de su naturaleza humana.
Decir que María es Madre de Dios, es afirmar que quien nació en el pesebre, caminó por esta tierra y murió en la cruz, era el Dios mismo. Si lo negásemos, estaríamos negando nuestra propia redención.
Cuando estudiamos matemáticas se nos enseña la siguiente ecuación: si A es igual a B, y B es igual a C, entonces A es igual a C. Esta ecuación la podemos aplicar a este misterio de fe: Si María es madre de Jesús, y Jesús es Dios, entonces María es madre de Dios.
Llamar a María, Madre de Dios, no es un título inventado tardíamente en la Iglesia. La oración mariana más antigua, el Bajo tu Amparo, compuesta en el siglo II, dice:
Bajo tu amparo, nos acogemos, Santa Madre de Dios…
El título de María, Madre de Dios, fue proclamado dogma durante el Concilio de Éfeso, el 22 de junio del 431.
Por eso no dudaron en llamar madre de Dios a la Santa Virgen, no porque la naturaleza del Verbo o su divinidad tomaran de la Santa Virgen el principio de su ser, sino porque de ella se formó aquel sagrado cuerpo animado de un alma racional y al que se unió personalmente el Logos que se dice engendrado según la carne.
En esta cita del concilio de Éfeso, no sólo se dice que María es madre de Dios, sino también que la Virgen Santísima no fue el origen divino de Jesús, sino sólo de su humanidad. Decir madre de Dios no es apocar la divinidad de Jesús, sino realzar su encarnación para la salvación nuestra.
Terminemos con la siguiente oración:
Santa María, madre de Dios, Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.