¿Qué con solo ir a Misa basta? Piénsalo bien
En el primer libro de Samuel (1 Samuel 4, 1-11), leemos como el pueblo de Israel pierde dos batallas contra los filisteos. En la primera batalla, los israelitas pierden de tan mala manera que deciden buscar el Arca de la Alianza que estaba en la ciudad de Silo. A pesar de ello, pierden la segunda batalla y el Arca de la Alianza es capturada por los filisteos.
Uno se preguntará ¿por qué pierden la batalla si el Arca de la Alianza; es decir, la presencia de Dios entre ellos, estaba con ellos? Pudo ser porque los israelitas cogieron como amuleto al Arca de la Alianza. Utilizaron a Dios como arma de guerra y no lo trataban como Dios.
¿Cuántas veces nos pasa lo mismo? Nos decimos: con solo ir a misa me basta, así Dios está conmigo, así Dios me protegerá… El resto de la semana, si es que solo vamos a Misa los Domingos, no nos acordamos de Él, no le tenemos presente en nuestras cosas.
Nuestra relación con Dios no es una relación de amuleto, de tenerlo ahí para cuando las cosas no nos salen como nos gustan. Nuestra relación con Dios es una relación personal. Una relación que va mas allá que dos horas todos los domingos.
Una relación personal conlleva conocer a la otra persona y hacer que la otra persona nos conozca. En otras palabras, es un tratar al otro. Así, nuestra relación personal con Dios es un conocerle, un conocerme; un tratarle.
Para cultivar esta relación personal con Dios tenemos la oración, los sacramentos, la lectura espiritual, y el trato con los santos.
Dios al ser persona nos habla al corazón constantemente a través del Espíritu Santo. Por medio de la oración nos ponemos en sintonía con esa voz en nuestro interior que nos llama constantemente. Incluso, Dios se hizo hombre en la persona de Jesús, para que lo tratásemos de una manera más humana.
Por medio de los Sacramentos, Dios nos da su gracia, nos perdona nuestros pecados y se nos da Él mismo como alimento. No es simplemente recibir un regalo de Dios, como quien recibe una mera tarjeta de presentación. Es un recibir al mismo Dios, Uno y Trino en nosotros y que nos transforma en hijos suyos.
Con la lectura espiritual leemos la Palabra de Dios, lo que Él ha dicho al hombre desde siempre. Nos indica lo que espera de nosotros, lo que debemos esperar de Él. Otras lecturas de grandes escritores espirituales, nos ayudarán a poner en práctica la Palabra de Dios en nuestra vida cotidiana.
Otra forma de tratar a Dios es a través de los santos. Ellos son amigos de Dios y nos enseñan con su vida cómo ellos le trataron y se convirtieron en su amigo. Pero sobre todo, debemos acercarnos a María Santísima, quien ha sido la persona que más cerca estuvo de Jesús, Dios y Hombre verdadero.
Si solamente vas a Misa por costumbre, por el qué dirán o por el simple hecho de por si acaso en algún momento necesito de Dios; estás perdiendo tu tiempo. Tienes que tratar a Dios, hacerte su amigo; así Él no te abandonará.