¿Se puede conocer a Dios por medio de nuestra inteligencia?
La Santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz de la razón humana a partir de las cosas creadas. (Concilio Vaticano II – Dei Verbum 6)
Desde siempre, la Iglesia ha entendido que es posible que el ser humano pueda conocer a Dios “con certeza” mediante su propia inteligencia y sin necesidad de ninguna revelación divina. Son el mundo y el mismo hombre quienes pueden darle esa certeza al ser humano.
El ser humano a través del mundo puede conocer a Dios. Santo Tomás de Aquino nos habla de cinco “vías” para acercarse a Dios. La vía del Movimiento; en donde todo lo que tiene movimiento o es el efecto de algún cambio, necesariamente implica un primer motor inmóvil como origen, ya que no se pueden dar una infinita cadena de motores móviles. La vía de las causas eficientes; en donde todo es causa de otra cosa, por lo que en algún momento debe de haber una causa sin causa. La vía de la contingencia y del ser necesario; es decir, si hay seres u cosas que existen y que reciben su existencia de otra cosa o ser, debe de haber algún ser o cosa que exista por sí misma, sin necesitar que algo o alguien le de la existencia. La vía de los grados de la perfección; la cual se explica por medio de las cosas creadas, en las que cada cual puede ver que hay cosas que son más bellas que otras, o más perfectas que otras, o más verdaderas que otras, porque existe un ser o cosa sumamente bello, o sumamente perfecto o sumamente verdadero, que nos sirve de referencia para determinar el grado de perfección de las cosas. La vía de orden o finalidad; en donde existe un orden o diseño en el mundo, por lo que debe existir una inteligencia que lo haya diseñado u ordenado.
También, a través del mismo hombre, el ser humano puede conocer a Dios. El ser humano tiene la capacidad de buscar la verdad, la belleza, la perfección natural. El hombre tiene un ideal moral, más allá de convencionalismos sociales. Y, sobre todo, el ser humano tiene una capacidad y una apertura a lo infinito. El hombre tiene todas estas ansias e interrogantes porque existe una semilla de eternidad en su vida. Esa semilla es su propia alma. Y esa alma no puede ser sino creada por un ser más allá que el hombre… es decir, por Dios.
Todas estas formas de conocer a Dios, a través del mundo o del hombre, se pueden resumir de una manera simple. Dios creó al hombre a su “imagen y semejanza”. Lo creó con inteligencia y con alma… Lo más parecido a Él mismo. Y es por ello que siempre hay un ansia, un algo de añoranza, porque sabemos que nuestro ser solo será feliz junto a Dios. A pesar de esto, no tendremos una inteligencia y un alma como la posee Dios, pues somos criaturas. Pero esa ansia, sí que la tenemos.
¿Eso quiere decir que podemos conocer a Dios, y no necesitamos de su Iglesia, ni de Jesús? No. Por el pecado; el hombre y el mundo, que nos pueden dar a conocer a Dios, se han dañado. Y para colmo, nosotros mismos, por nuestras limitaciones y nuestros pecados tenemos nuestra inteligencia limitada. Por ello, sí podemos conocer con certeza a Dios, pero veladamente. Podemos conocer que existe, que es bello, perfecto o verdadero… Pero no podemos conocer a Dios como Padre, como Amor, como Redentor en Cristo Jesús. Por eso fue necesario que Jesús viniera al mundo. Para darnos a conocer el Amor de Dios para con nosotros, para darnos a conocer al Padre a través de Él.
¿Que podemos conocer con certeza que existe Dios? Sí. ¿Que podemos conocer cómo es Dios? No. Solo por medio de Jesús lo conoceremos tal cual es.