¿Cómo hacer oración? – Paso 4 – Compromiso
Paso 4 – Compromiso
- Hacia el final de nuestra meditación, llegaremos al momento de cerrar nuestra conversación amorosa con Dios. Hay una necesidad de traer todos nuestros sentimientos y darle fin a esa conversación. Antes de volver a la vida cotidiana, necesitamos renovar nuestro compromiso con la misión que Dios nos ha dado. En la oración, Él ha renovado su llamada; ahora, renovamos nuestra respuesta, aceptando, una vez más, todos aquellos proyectos de vida que le dan sentido a nuestra existencia: seguirle, imitar a Cristo por medio de nuestra fidelidad a la voluntad de Dios, en las cosas grandes así como en las pequeñas.
- Usualmente este deseo de renovar nuestra fidelidad a Dios, surgirá de manera natural luego de la consideración y de la conversación. Esta renovación y profundización de nuestro compromiso con Cristo y su Reino, acompañada o no por sentimientos, es verdadera oración de adoración, de alabanza, de amor: Sabes que soy débil, mi Señor, pero también sabes cuánto quiero seguirte. Has plantado en mi corazón este deseo: Yo soy Tuyo, Señor. A donde quiera que vaya, cualquier cosa que me pase, yo pertenezco a Tí. No quiere separarme de Tí. Aunque sea difícil, quiero hacer Tú voluntad, porque eres Dios, mi Creador y Redentor, mi Padre y mi Fiel Amigo. Hágase tu voluntad hoy, Señor; y venga tu Reino.
- Algunas veces, la respuesta a nuestra consideración puede darse con actos de adoración. Si es así, esto no quiere decir que debamos terminar nuestra oración. Si tenemos el tiempo, podemos volver y continuar con otra consideración o con otra respuesta durante la conversación. Al final del tiempo señalado para nuestra oración, podemos volver a esta adoración, a esta etapa del compromiso.
- Si podemos unir este compromiso con Dios a alguna tarea de nuestras vidas, mejor aún. Muchas veces la meditación diaria se lleva a cabo siguiendo uno que otro tema relacionado a nuestro plan de vida espiritual. En estos casos, renovaremos nuestro compromiso de seguir ese plan de vida en su totalidad, o en algún punto en específico del mismo. Otras veces, el Espíritu Santo nos moverá a hacer actos específicos de caridad (visitar a un colega en el hospital), o de auto disciplina (llamar a un hermano y pedirle perdón) – esto también puede ser parte de nuestra renovación.
- La meditación, por si misma, glorifica a Dios y alimenta nuestra alma, independientemente de cualquier resolución hecha durante esta cuarta etapa. La razón principal de la meditación es nuestra conversación de corazón con el Señor; una conversación que nos pone en contacto con Dios y con su gracia, y que nos va transformando poco a poco en cristianos maduros. Hemos profundizado en nuestra amistad con Cristo al pasar tiempo con Él. Sacar una resolución es una manera apropiada de expresar esta amistad al finalizar nuestra conversación; pero lo normal sería volver a renovar, de manera sincera, nuestro compromiso con Cristo y su Reino; renovar nuestro compromiso con el trabajo espiritual y apostólico que está en nuestra agenda; renovar las tareas que día a día manifiestan la voluntad de Dios para con nosotros.
- Este cuarto paso es el puente entre la oración y la acción. Si estamos trabajando para tener más valor en compartir nuestra fe con nuestros compañeros de trabajo, podemos terminar nuestra meditación con el compromiso de sacar algún tema cristiano, de manera natural, en cualquier conversación de pasillo. Si Dios te empuja a ser un mejor esposo, puedes renovar tu compromiso de evitar aquello que a tu esposa no le agrade. Si has dejado a un lado tu vida de oración, tu compromiso puede ser darle más atención a la recitación del Rosario en las tardes. La forma específica de compromiso dependerá de la dirección en la que vaya tu vida espiritual. No tiene que ser siempre algo nuevo (aún cuando lo sea), solamente tiene que ser algo de significado en tu vida cristiana.
- Finalicemos nuestra meditación por medio de una renovación de nuestro compromiso con Cristo en nuestras propias palabras. Luego usaremos unos breves minutos para escribir esas luces que Dios envía durante la meditación y agradecémosle por ellas. Brevemente, repasaremos cómo nos fue en la oración: ¿Seguimos los pasos de la oración? ¿Algo en particular nos ayudó? ¿Algo que nos llamó la atención? Este pequeño análisis nos ayudará cada día a conocer cómo hacemos nuestra oración y podremos aplicar este conocimiento, para así saber cómo quiere que Dios oremos.
- Ayuda mucho, también, concluir nuestra meditación con alguna oración vocal breve, como por ejemplo el Padre Nuestro, el Ave María, el Anima Christi u otra oración favorita.
Concentrarse, Considerar, Conversar y Compromiso. Estos son los cuatro elementos de toda meditación cristiana. Muchos libros y manuales de oración que enriquecen nuestra herencia cristiana, ofrecen numerosas ayudas para la meditación. Debemos familiarizarnos con ellos y sacarles provecho. Aún así, todos estos libros y manuales desembocan en estos cuatro pasos. Esta metodología o estructura le dará a Dios el espacio necesario para trabajar en nuestras almas; mucho más que si nos dedicáramos solamente a la oración vocal y a la lectura espiritual.